Soy un soñador, con todo lo bueno y malo que eso representa, lo soy.
Hace muchos años, en uno de mis primeros trabajos conocí una persona que me enseño muchas de las cosas que ‘no hay que hacer en la vida’, un estilo que dejaba tanto que desear que fácilmente identifique que haré todo lo que sea necesario para no ser como él. En una conversación que tuvimos me decía –Lo que pasa es que tú eres joven y todavía quieres comerte el mundo, deja que seas más viejo y veras como se te quitan las ganas.- Tenía tanta fobia de no ser como él, que inmediatamente le contesté –veras que llegaré a tu edad y no solo querré seguir comiéndome el mundo, además ya lo estaré haciendo.-
Ese momento me marco para siempre, fue una de las bases en contra de la mediocridad que han soportado mi vida. Una razón más para mirar siempre hacia adelante. Ah sí, eso suena poca madre, pero ¿Cómo llevarlo a cabo?, deben de existir miles de formas, pero una de las que utilizo es ‘seguir soñando’.
Los sueños como combustible del crecimiento.
Todo suena muy bien, pero también me he encontrado con muchas personas a las que les parece que ser un soñador es incorrecto, me han expuesto sus razones, todas muy válidas, y el tema es que existen muchos tipos de soñadores: aquellos que solo sueñan sin un propósito en particular, aquellos que sueñan pero no logran realizar nada, aquellos mentirosos que solo prometen sueños a los demás y no cumplen, aquellos que viven evadiendo sus responsabilidades buscando realizar sus sueños, y bueno, tantos y tanto ejemplos.
Ser un soñador no es una tarea fácil, hay que: ir en contra, o convenciendo, a todas aquellas personas que no están de acuerdo con ese pensamiento. Los consejos de esas personas siempre son: “debes de ser más realista”, “madurar”, “aceptar que así son las cosas” o “poner los pies en la tierra”, entre otros.
Para ser un soñador hay que: mantener la realidad y los sueños activos en paralelo, identificar claramente donde termina el sueño y comienza la realidad, administrar la tolerancia a la frustración de aquellos sueños que no podrán realizarse, y mantener una vida sana que permita la constante actividad cerebral abstracta sin andar como ‘menso’ o cansado todo el tiempo.
¿Cómo haces los sueños realidad si ya no sueñas más?
.